Las cooperativas tienen como actividad principal, captar recursos de sus socios para colocarlos en las diferentes modalidades crediticias, siendo la cartera de crédito el principal activo generador de ingresos. En ese sentido, el rigor y eficiencia en su administración y control son procesos imprescindibles y se deben lograr considerando parámetros que permitan su evaluación precisa y constante, así como asegurando celosamente los controles administrativos con la finalidad de minimizar el riesgo crediticio. Para lograr operar una cartera de crédito sana, que refleje niveles de morosidad aceptables por parte de la dirección, es imperativo tener directivos, directivas y personal de crédito bien formado, capacitado e identificado con los objetivos de la cooperativa.